El imperio azucarero que surgió del Cauca
Por: El País España | Julio/16/2016
Manuelita, la firma pionera del sector en Colombia, diversifica sus negocios.
Es probable que en todos los hogares colombianos haya una Manuelita. La marca pionera de la industria azucarera del país, que lleva este nombre ocupa un lugar importante en la cesta familiar. En bolsas, en sobres, el sello de Manuelita hace parte de la historia de Colombia. Un estudio realizado por la firma Compassbranding sobre las marcas más valiosas para los colombianos ubica a esta empresa en el puesto 22, dentro de las 100 que entraron en el listado.
La tradición de esta compañía, con más de 150 años de vida, incluye a personajes emblemáticos. La hacienda, repleta de cañaduzales, donde nació la azucarera, pertenecía a Jorge Enrique Isaacs, padre del célebre poeta colombiano del mismo nombre y autor de la novela María. En homenaje a su esposa, Manuela Ferrer Scarpetta, el terreno fue bautizado con el nombre de Manuelita. En 1864, Santiago Eder adquirió la hacienda de los herederos de Isaacs. Desde entonces, en el país se empezó a escribir la historia de la industria azucarera, protagonizada por esta empresa que hoy genera más de 8.500 empleos, tiene la capacidad de producir 425.000 toneladas de azúcar cada año y ha ampliado sus negocios al aceite de palma, la acuicultura y a frutas y hortalizas, en tres regiones de Colombia y en otros países de Latinoamérica como Brasil, Perú y Chile.
El crecimiento de la compañía se ha orientado hacia la diversificación y la internacionalización de sus productos en los últimos 30 años. En el 2013 el beneficio de Manuelita fue de 0,42 millones de euros, mientras en el 2014 alcanzó los 3,5 millones. Ese año facturó 152 millones de euros. En la actualidad desarrolla relaciones comerciales con más de 2.000 clientes en 30 países. En el área de acuicultura, desde hace cinco años la empresa tiene un negocio de producción de mejillones en el sur de Chile y en la región de Ica, en Perú, una plataforma de frutas y hortalizas. Allí, impulsan cultivos de uva de mesa y de espárragos para su exportación.
El dulce porvenir
Manuelita, que representa un sello de la región en donde nació en el occidente del país (Valle del Cauca), sabe que el consumo de azúcar con el paso de los años ha disminuido. Sin embargo, el presidente de la compañía Harold Eder asegura que difícilmente se podrá hablar de Manuelita sin pensar en el azúcar, pues esta representa el 50% de las ventas de la empresa. “Puede ser que a futuro, con los nuevos valores agregados que se lleguen a desarrollar, la proporción sea menor, pero seguirá siendo importante. Es un endulzante que estará siempre presente”, asegura en conversación con este diario.
Para el tataranieto del fundador de la empresa el compromiso como familia ha sido clave para que durante seis generaciones Manuelita no solo se mantenga, sino que además crezca. “La idea es seguir contribuyendo, pensar con un sentido de construcción y de aporte al país. Lograr proyectar la compañía y estar en ella pensando en que pase a la siguiente generación”. Eder asegura que dentro de los planes a corto plazo de la empresa está el de abordar el negocio de la cogeneración eléctrica para vender energía al sistema de interconectado nacional. “Ya hemos iniciado despachos dentro de Colombia de energía eléctrica a la red y estamos adelantando un proyecto mayor en otro derivado, como lo es la sucroquímica [aplicación del azúcar a la industria química], y con el aceite de palma, otros relacionados con la oleoquímica”, señaló. El empresario destaca como un valor de Manuelita los impactos sociales que durante más de cien años han generado.
“Contamos con más de 1.100 proveedores agrícolas de los cuales más del 80% son pequeños cultivadores que reciben asistencia técnica, financiación, garantía en la compra de su producción y remuneración ligada a los precios de venta del producto final”, señaló Eder en su discurso por la celebración de los 150 años de Manuelita, en el que resaltó que “el 40% de las ventas son en productos que generan menor impacto ambiental con relación a sus sustitutos, principalmente biodiésel de palma y bioetanol de caña, por sus menores emisiones de gases efecto invernadero en el análisis de ciclo de vida”.
Para Eder, el reto de sostener la marca por tantos años no solo radica en ser el primer ingenio azucarero sino una de las primeras empresas industriales de Colombia. “Llevar 150 años en actividades empresariales significa un compromiso muy grande con el desarrollo del país. Gran parte del secreto es el sentido de contribución que tiene la empresa, que va más allá de hacer dinero. La rentabilidad económica es importante, necesaria, pero también lo es generar progreso y bienestar”. La inversión anual en gestión social y ambiental de Manuelita es del 2% de las ventas. En alianza con el sector público y otras organizaciones privadas, adelantan proyectos para disminuir las deficiencias en educación, salud y vivienda de los empleados y sus familias. Además de apoyar proyectos dirigidos a población infantil vulnerable.
Colombia, que tiene una de las productividades de caña por hectárea más altas del mundo, tiene un potencial que, según Eder, se podrá aprovechar cuando se concrete el acuerdo de paz con las FARC. “En la medida en que haya menor conflicto se va a generar un entorno mas amigable a la inversión Se van a poder desarrollar proyectos en zonas como Orinoquía. Áreas en donde hasta ahora no era fácil hacerlo”.
FECHAS CLAVE
- 1864. Santiago Martin Eder adquiere las fincas La Rita y La Manuelita en Palmira (Valle del Cauca). En éstas, además de cultivos de caña, se producían 4 quintales diarios de azúcar.
- 1901. La empresa ensambla y pone en marcha una fábrica a vapor, segunda en Suramérica, capaz de producir 5 toneladas de azúcar diaria.
- 1953. Eder construye la primera fábrica en Colombia dedicada solo a producirazúcar refinada.
- 1986. Se funda Aceites Manuelita, dedicada al aceite de palma. El mismo año, Manuelita incursionó en el negocio de la acuicultura. Ya en 2006 también entró en el negocios del bioetanol.
- 1989. La empresa inicia el proceso de internacionalización con la compra de Agroindustrial Laredo en la ciudad peruana de Trujillo. Más tarde se expandió a Brasil y Chile.
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