Reflexión sobre las buenas prácticas de sostenibilidad con proveedores
Fuente: Revista RS Edición mayo 2019
Por: Diego Salazar – Gerente Corporativo de Recursos Humanos y Sostenibilidad
Manuelita
El 24 de abril de 2013, en el distrito de Dhaka, en Bangladesh, un edificio de locales comerciales y fábricas de textiles y prendas de vestir colapsó causando la muerte de más de 1.100 personas, y cerca de 2.500 heridos. El colapso de Rana Plaza es considerado el accidente por fallos estructurales más letal en la historia moderna.
Una investigación demostró las malas condiciones laborales que enfrentaban los trabajadores en Bangladesh. En su mayoría niñas y mujeres, obtenían bajos salarios, trabajaban extensas jornadas y se exponían a ambientes de trabajo inseguros con una alta incidencia de accidentes y enfermedades profesionales. La mayoría de las fábricas no cumplían con los estándares exigidos por la legislación de construcción, por lo que eran frecuentes las muertes por incendios y derrumbes de edificios.
La catástrofe se convirtió en un escándalo internacional para la industria de la moda cuando se conoció que las fábricas en Rana Plaza producían prendas de vestir para marcas globalmente reconocidas. La reacción mundial frente al colapso del edificio evidenció que la sociedad está pidiendo que las empresas asuman con mayor responsabilidad los impactos que produce su actividad a lo largo de las cadenas de abastecimiento, y no solo aquellos que se derivan de su operación directa.
A medida que la presión social y regulatoria aumenta, necesariamente la industria y proveedores deberán trabajar de manera colaborativa, como estrategia para la permanencia del negocio y ya no solamente para demostrar responsabilidad ante la sociedad. Tener proveedores integrados a la cadena de valor adquiere un significado que va más allá de asegurar la calidad; las dos partes deben compartir un sistema de valores comunes.
Una de las prácticas que han asumido las empresas en las últimas décadas, es desarrollar códigos de conducta y someter a sus proveedores directos a estrictos controles y auditorías para demostrar el cumplimiento de principios de sostenibilidad social y ambiental. De esta manera, proveedores locales se han visto en la tarea de definir políticas e implementar acciones concretas para garantizar la protección de los derechos humanos, rechazar el trabajo infantil, y promover la diversidad laboral, entre otros factores.
Grandes compañías de bienes de consumo masivo han extendido sus metas de reducción de emisiones de gases a sus proveedores de materia prima, al reconocer que entre el 50% y 70% de todas las emisiones de efecto invernadero para las empresas manufactureras se originan en la cadena de suministro.
Otra práctica que cobra mayor relevancia es la transparencia, en la medida en que el consumidor es más consciente de que sus decisiones de compra impactan la forma como las empresas conducen sus negocios. Los gobiernos y los compradores quieren saber el origen de los insumos de los productos que consumen. En Europa existe una fuerte presión para el suministro responsable de materias primas en la producción local. La industria de la palma se ha enfrentado a un endurecimiento en la regulación e incluso a bloqueos del aceite proveniente del Sudeste Asiático, lo que a su vez abre una oportunidad para la producción de palma en Colombia, que se desarrolla bajo esquemas de sostenibilidad, en muchos casos certificados a nivel internacional.
En países como Colombia, donde se integra la gran industria con pequeños productores, es imperativo que el crecimiento también sea compartido. La agroindustria ha dado pasos interesantes en este sentido, al incluir proveedores locales de materia prima agrícola a la cadena de suministro y apoyar su crecimiento con enfoque en la sostenibilidad económica, social y ambiental. Esto requiere hacer un mapeo de los proveedores y entender sus impactos, necesidades y riesgos en las tres dimensiones, para después implementar acciones que conduzcan a fortalecer sus procesos productivos y su gestión ambiental.
Manuelita, por ejemplo, ha definido como aliados estratégicos a sus proveedores de materia prima agrícola para el desarrollo y sostenibilidad del negocio. Tiene aproximadamente 1.600 proveedores agrícolas de los cuales más del 80% son pequeños cultivadores que reciben asistencia técnica, financiación, garantía en la compra de su producción, y remuneración ligada a los precios de venta del producto final. Adicionalmente, vincula a estos proveedores y sus familias a programas de educación, de salud, de mejoramiento de vivienda e de ingresos complementarios.
Entre mayor sea el enfoque de las empresas hacia la producción sostenible, existirá más conciencia de que los principales retos están por fuera de sus oficinas y sus plantas de producción. El éxito estará entonces en lograr integrar en su cadena de suministro a proveedores que compartan el mismo sistema de valores y visión de largo plazo.
Tomado de: http://centrors.isgood.com.co/revista-88/